Premiar un proyecto como Skaio es indicativo del compromiso del German Sustainable Building Council’s (DGNB) de hacer frente a la cultura de usar y tirar. También en los premios Pritzker, el principal galardón mundial otorgado a arquitectos, se refleja esta tendencia de reconocer el trabajo de profesionales que priorizan la conservación de los recursos. En 2021, el premio ha recaído en los franceses Lacaton & Vassal, quienes prefieren aportar algo a los edificios en lugar de demolerlos.
Estos ganadores representan un importante cambio de paradigma en la manera de pensar del sector. Según el último informe de Naciones Unidas, los edificios y el sector de la construcción son responsables del 38 % de las emisiones mundiales de carbono y no están avanzando con la rapidez suficiente hacia el objetivo del Acuerdo de París de mantener el calentamiento global por debajo de los dos grados centígrados. A medida que la población mundial sigue aumentando, las materias primas como la arena y la grava (esenciales para la producción de hormigones) comienzan a escasear y a subir de precio. Existe una creciente presión política, económica y ecológica por encontrar materiales de construcción alternativos.
Para Sobek, ingeniero civil, arquitecto y uno de los impulsores del DGNB, esta evolución del sector es una excelente noticia. Él ya era consciente de la escasez de recursos en los años noventa. En la actualidad, cuenta con un imperio de oficinas que se extiende desde Nueva York a Dubái y Buenos Aires. Su cartera de proyectos abarca desde la planificación de la fachada y el asesoramiento sobre la sostenibilidad de la Torre ADNOC de Abu Dabi, en los Emiratos Árabes Unidos, al desarrollo de nuevos planteamientos energéticos para una clínica en Eisenberg, en el este de Alemania.
En una entrevista a DEKRA Solutions, Sobek comentaba: “Utilizamos una gran variedad de materiales de construcción, todos ellos completamente reciclables. La verdadera cuestión es cómo conectar esos materiales. Debemos asegurar que todas las uniones son desmontables y que los materiales compuestos pueden separarse para reciclarlos por tipos”.
Su propia vivienda en la ciudad alemana de Stuttgart lo ilustra a la perfección. Sobek la llama R128, que suena un poco a androide de La guerra de las galaxias y evoca la imagen de una asombrosa vivienda inteligente con todo tipo de dispositivos interconectados.
De hecho, el nombre es una abreviación más o menos modernizada de la dirección, Römerstraße 128. Se trata de una vivienda de tamaño modesto, completamente acristalada y rodeada de vegetación, enclavada en una colina. El interior es tan minimalista que parece deshabitada. La vivienda de Sobek es un manifiesto de sus convicciones: su consumo energético es mínimo y está compuesta por materiales reciclables y reutilizables, como planchas de cobre, vidrio y pórticos de acero que antes formaban parte de otros edificios. “Cuando era pequeño, soñaba con vivir en una burbuja de jabón en medio del campo ―recuerda Sobek̭―. Hoy, la burbuja es cúbica”.
Giulia Peretti, directora del equipo de física de la construcción y sostenibilidad de Werner Sobek Green Technologies, subraya la importancia de las medidas compensatorias de los errores del pasado y apuesta, por ejemplo, por la reutilización y el reciclaje de componentes ya instalados en otros edificios. La idea de fondo es contemplar el entorno construido como un almacén de materiales a la espera de ser reincorporados como parte de la economía circular.