El equipo utilizó muros prefabricados de Kerkstra Precast, una empresa de Grandville, Míchigan. Construir un hotel de 13 pisos y 147 habitaciones con elementos prefabricados fue un complicado ejercicio de coordinación digital. Los conductos para fontanería y electricidad tuvieron que enhebrarse desde el núcleo a medida que se colocaban las nuevas piezas prefabricadas. Y todo este proceso tuvo lugar mientras el ingeniero de prefabricados estaba en Austin, Texas; Kerkstra y los contratistas mecánicos y de fontanería, en el oeste de Míchigan y Yamasaki, en Detroit –con la complicación extra de los protocolos de distanciamiento de la era COVID-19–.
“En cierto sentido, fue una prueba de fuego para nosotros –explica Szantner–. Habíamos estado dando vueltas a la idea de apostar de lleno por Revit de Autodesk y, cuando surgió este proyecto, hubo consenso en que nos sería muy útil”.
Fue el primer proyecto de Míchigan en utilizar un sistema de entramado híbrido, o Hybrid Framing, una combinación de vigas y columnas compuestas de acero con relleno moldeado in situ y paredes y losas prefabricadas que permiten suelos más finos. En el proyecto participaron 40 personas procedentes de 14 empresas, residentes en seis estados diferentes. Era tal la complejidad del sistema que los involucrados lo apodaron “el reloj suizo”.
Los equipos, dispersos geográficamente, trabajaban simultáneamente a partir de un mismo modelo, coordinando el diseño y la entrega de paneles prefabricados con los trabajos de conductos e ingeniería. El uso de elementos prefabricados puede traducirse en ganancias en términos de productividad y velocidad, pero cuando las grúas tienen que colocar cientos de paneles en su sitio, los demás procesos deben sincronizarse a la perfección. Coordinarlo todo con BIM (o modelado de información) permitió acelerar la producción de los paneles y completar, al mismo tiempo, el proceso de diseño. Todo el trabajo tenía lugar en un espacio reducido, con múltiples contratistas y en un orden concreto.
El prefabricado no permite hacer agujeros en las paredes después de la construcción, por lo que todos los elementos deben estar perfectamente planificados.
Los equipos trabajaron como un mecanismo de relojería en todo momento. Fabricación y diseño comenzaron a colaborar incluso antes de finalizarse los documentos de construcción. “Al coordinar el modelo de fabricación en 3D, somos capaces de eliminar casi completamente los errores y las RFI”, afirma Chad Van Kampen, director de proyectos de Kerkstra.
El uso de BIM permitió, además, hacer ajustes minuciosos y arreglos espaciales para encajar un hotel con todos los servicios en un espacio tan complicado. El trazado urbano de Grand Rapids, un entramado de calles irregular con una sección en forma de radios en el centro metropolitano, ha dado lugar a una serie de parcelas como 10 Ionia, espacios únicos que requieren un diseño creativo. No había ninguna duda de que este hotel tendría apariencia de plancha. La cuestión era si la tecnología de construcción y planificación podría hacer que la estructura fuera rentable.
“Integrar el modelo y la tecnología de construcción lo hizo económico –subraya Szantner–. Es un Residence Inn, no un JW Marriott, por lo que hay un nivel de precio distinto dentro de la marca global”.